Todos en algún momento de nuestra vida creíamos encontrar a una persona la cual llamamos “El amor de mi vida”, no importa qué edad pudiéramos tener, o en que etapa de nuestra vida pudiéramos estar, simplemente aparece sin pedir permiso. Empezamos a tener sentimientos maravillosos que poco a poco se asimilan a una droga que nos va consumiendo cada vez que pasamos junto a esa persona.
Creo yo, que alguna vez nos sentimos tan ilusionados y llenos de vida, que creemos que al fin entendemos que es el amor, que es amar de una manera pura y desinteresada, vamos formando con el tiempo un concepto en nuestros corazones sobre el significado del amor a base de nuestras experiencias y decepciones, y en este espacio quiero contarles mi historia, que siento que muchos de nosotros alguna vez pudimos pensar sobre que es el AMOR, y en especial de alguna persona que nos pudo hacer sentir de la misma manera que a mí, espero que les guste y se identifiquen con mi aventura sobre descubrir “El significado del Amor”.
Y cuando me preguntan, que significa o que es el amor para mí, lo primero que se me viene a la mente es su nombre, cinco letras, dos sílabas una palabra, un profundo y doloroso sentimiento que me retumba en el alma, en el corazón y en los huesos; una simple pero confusa palabra que al escucharla mis recuerdos retumban sin sentido, y no dejo de pensar en todos esos años en lo que quisimos ser todo pero solo llegamos a ser una estrella fugaz brillante e incandescente que ilumina el cielo rara vez con su luz.
A veces pienso que fue el destino, otros dirían que solo fue una casualidad, pero prefiero creer que fuimos dos víctimas del tiempo, fuimos parte de una conspiración celestial planificada para experimentar con nosotros, con nuestros corazones con la idea de comprobar la típica ideología existencial del ¨Amor verdadero¨, dos palabras llenas de dudas, de incertidumbres, de curiosidades; en otras palabras, fuimos como dos conejillos de indias en un laboratorio en las que pusieron a prueba nuestra tolerancia de resistir a las adversidades, a los retos, a nuestra capacidad de sentir , de conectar, de vivir una experiencia diferente, algo exquisito y especial, que solo nosotros podríamos gozar; así describiría a lo que tuvimos, una dulce fantasía llena de magia, de esta forma es como pensamos cuando nos enamoramos, con el ideal de un príncipe azul que cabalga hacia su princesa en su noble corcel.
Antes de conocerlo habría dicho que solo es el típico cliché de Disney y su lema del ¨Felices por siempre y el amor verdadero¨, pero cuando lo conocí me trague ese pensamiento y pensé que efectivamente Disney no estaba tan equivocado como creía, pero en fin por comprobar perdí mucho más de lo que pensé, sin embargo, no cambiaría ni por un momento todo lo que sucedió, ni dudaría en volver aceptar esa complicidad que me trajo una condena que la llevaría hasta el final de mis días.
Llegarlo amar fue más fácil de lo que imaginaba, solo le bastaba con sonreír y mirarme con esos ojos, esos ojos color marrón que brillan como luceros, con esa mirada de malicia, con esa sonrisa que en silencio me vacila; era una lucha a ciegas por no caer rendida, pero en mis inútiles intentos por dejar de pensar en él, fracasaba una y otra vez.
Todos decían que no debía confiar, que él era el típico ¨Play Boy¨ que no creía en el amor y anda de flor en flor como picaflor, y cuando me pongo a pensar en eso, no encuentro respuesta del porque me enamoré perdidamente de su forma de ser, sabiendo que era peligroso, un campo minado lleno de trampas y acertijos, un remolino emocional difícil de descifrar, y a pesar de las advertencias me decidí arriesgar y entrar a su volátil corazón, pues el que no arriesga no gana, y si pierde aprende, y con más fuerzas se levanta.
Durante vario tiempo, entre idas y venidas, entre medias palabras a los tres años llegamos, llenos de experiencias, charlas, risas, ¡aaaaay! lo recuerdo como si fuera ayer cuando caminábamos bajo el puente en un cielo colorido de juegos pirotécnicos un treinta y uno de diciembre, definitivamente inolvidable. Pero a medida que le tiempo corría aun seguíamos con nuestro juego discreto sin etiqueta, poco a poco él se convertía en una droga difícil de dejar, que me iba consumiendo como el fuego al carbón, dejando solo cenizas; ignoraba por completo el mal en ti, estaba tan ciega que incluso que si estabas equivocado te defendía en frete de los demás; te puse
en un pedestal del que ya no te podía bajar.
Él no era exactamente lo que necesitaba, pero era lo que más quería y anhelaba, algo difícil de soltar, me hacía daño y en cada decepción me destrozaba, era como saltar de un avión sin paracaídas y estrellarme en la realidad inaceptable, la que necia me negaba a creer. Siempre viéndole como un héroe, el que me enseño que es amar y a darlo todo, el que puso mis expectativas sobre el amor en lo más alto, pero dicen que las mayores decepciones vienen de las grandes expectativas; el me hizo cree que por muy malas que estén las cosas hay un arcoíris al final del camino, yo lo llamo el dueño de mis suspiros y el carcelero de mi corazón.
Sin embargo, después de todo lo bueno y lo malo, después de algunos llantos de Magdalena al recordar estas vivencias, diría que lo amé tan pero tan profundo, tan pero tan fuerte, con locura, con pasión que al decirles no me creerían cuan significante y trascendental fue, creo que no podría amar a alguien más de esa forma, creo si no lo habría conocido mi vida ya no tendría sentido, creo que solo él me hará sentir tan única y especial, creo que lo amé incluso más de lo que me amo a mi mismo, lo que me impidió ver sus errores, y mi intento por quitarme tan fuerte sentimiento, traté remplazarlo con alguien más , jamás me lo perdonaré, podría decir que fue un error en medio de la desesperación, busqué en otros corazones lo que amaba de él, intentando disfrazar, lo mucho que me hacía falta, con otra persona, pero no era lo mismo. Hasta que en cierto punto me di cuenta de que, sin importar mis esfuerzos por superar aquel épico amor, el que solo me hacía buscar el mismo denominador común en los demás, era como un círculo vicioso el que inconscientemente había creado con el fin de volverlo a encontrar en alguien más.
Y finalmente después de estas agotadoras palabras llenas de sentimientos encontrados podría decir que si, Disney tenía razón, encontré al amor de mi vida, pero en el momento equivocado, algunos dicen que ¨Si están destinados a estar juntos, en algún día encontraran el camino de regreso¨; él es y será mi gran amor ese que no olvidas por más que pase el tiempo, aun así vengan cien, siempre será él la persona a quien llamaré así, a pesar de que no terminó en un final feliz, a pesar de lo que nos hicimos, es el amor de mi vida porque fue algo peligroso, difícil, pero mágico en todo el sentido de la palabra, lo es porque quieres lo mejor para él aunque no sea
contigo, lo es por el simple hecho de que era perfecto con todas sus imperfecciones.
No era el hombre ideal ni mucho menos un príncipe azul, pero era el indicado para mí, el que llego a darle vuelta a mi mundo, el que me hizo conocer, vivir, experimentar tal magnifico sentimiento que da miedo, curiosidad, alegría, tristeza, dolor, felicidad, emoción, nervios, ese sentimiento que tan solo de pensarlo empieza a correr un frio por mi piel, ese sentimiento que es nuestra fortaleza y debilidad, que nos reconstruye y destroza, aquel sentimiento desconocido por la ciencia y vivido por los poetas, ese sentimiento que el mundo atesora y busca, la sustancia más fuerte e indispensable como el aire, que se resume en cuatro letras, dos silabas y una palabra
¨AMOR¨.
With Love Katty S.